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Dentro de diez o veinte años se abrirán las páginas de algunos libros de Historia y aparecerá seguramente una imagen del pleno del Parlamento Europeo, con manos alzadas, la presidenta Metsola en el estrado o algunos eurodiputados hablando entre ellos. Quién sabe. Lo que sí está claro es que la legislatura que ahora termina ha sido una de las más exigentes desde la fundación de la UE y la Eurocámara cierra el telón esta semana en Estrasburgo.

Ignoro si a Pedro Sánchez le gusta viajar, pero sí hay pruebas sobradas que lo hace sin descanso y la mayor parte de las veces por obligación. El poder no suele dejar tiempo para el relax. Pero también hay veces que viaja sin necesidad o por error si se acepta el fallo. Lo malo es cuando viaja arriesgándose a hacer el ridículo, que es algo que deja mal la imagen de España en el extranjero, ya no tan importante como la suya.

La justicia tiene abismales laberintos en los que uno puede perderse y hasta caerse, como ya retrató Kafka en El proceso. Los de la ley británica son en los que anda empantanado el actor Hugh Grant. Tanto que se ha visto forzado a aceptar un acuerdo que en principio quería rechazar.

Imanol Pradales tiene una pasión fuera de la política. Desde su juventud ha sido un entusiasta de la práctica del remo y gracias a esto conoció a su mujer, Laura, que fue una de las protagonistas de la noche electoral. Los flashes no pararon de dispararse cuando el candidato del PNV la tomó entre sus brazos y le dio un beso y un abrazo llenos de cariño.