Irse sin irse para solidificarse

Todo terremoto provoca réplicas, algunas de las cuales pueden llegar a ser casi tan intensas como el propio temblor inicial. Igual que en política.

Los cinco días que el presidente del Gobierno se concedió a sí mismo para debatir consigo mismo se resolvieron el pasado lunes con Pedro Sánchez quedándose donde ya estaba antes de iniciar su atrincheramiento voluntario en Moncloa. Pero el tiempo nos dirá si también lo demás se queda como estaba, porque es altamente probable que la no decisión de Sánchez provoque temblores sucesivos en el Gobierno, en la oposición, en el PSOE y en los partidos satélites del PSOE.

La sacudida más inmediata y visible es la que ya ha generado en los coaligados de los socialistas. Se trata de un partido, Sumar, que organizativamente es casi nonato, y del que, salvando la excepción de su líder, se ignora casi todo lo demás. Es, por tanto, un armatoste político unipersonal y su organización territorial tiende a cero. Si a estas notables carencias se unen sus sucesivos fracasos electorales (mal en las autonómicas y municipales de mayo de 2023 para los partidos que hoy lo componen, peor en las generales de julio, la nada en las gallegas y un solitario escaño en las vascas), la situación busca adjetivos que la definan, pero ninguno de ellos podría ser "boyante".

Y en estas circunstancias, Pedro Sánchez hizo un nuevo ejercicio de birlibirloque, con pirueta incluida, ausentándose de sus obligaciones solo para, a cambio, conseguir una pequeña pero significativa movilización a su favor (más en las redes sociales, que en las calles) de toda la izquierda: la suya y la ajena. Y la ajena es, muy principalmente, la que trata de liderar –con éxito muy mejorable– Yolanda Díaz. Y, para aportar algo de argamasa a la cuestión, compareció Tezanos, sin que nadie lo invitara, para emitir un dizque sondeo en el que el PSOE se dispara y Sumar se derrite, entregados los votantes de Yolanda Díaz a la causa de salvar al presidente Sánchez.

Ahora, Sánchez tratará de solidificar esas nuevas posiciones de partida, para jibarizar aquello que hay a su izquierda y gobernar en solitario, sin coaligarse con nadie y solo con apoyos parlamentarios externos, como en sus primeros meses de presidente, después de ganar la moción de censura.

En cinco días, Sánchez ha pasado de amagar con dimitir a decir que quiere presentarse a las elecciones de 2027, en un ejemplo de comportamiento dicotómico llevado al extremo, como todo en Sánchez. El diario El País publicó ayer un editorial para sentenciar que en el PSOE debe "comenzar el debate sobre un futuro sin su liderazgo". Llamativo. Algo se ha movido en estos días y será difícil que vuelva a colocarse donde estaba.

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