El renacido

Vosotros sois muy jóvenes y no os acordaréis, pero, hace ya un largo tiempo, el presidente del Gobierno se retiró al ala privada de la Moncloa a meditar si le merecía la pena dejar la política. Pero, en fin, eso ya es pasado y no hace falta removerlo.

Hoy, Pedro Sánchez ha renacido con las ganas de siempre y dispuesto a revelarnos una verdad revelada en sus horas de recogimiento: el gran problema de España no es el de la sanidad, la educación, el envejecimiento de la población, la vivienda, el cambio climático o nuestra baja productividad. No, el gran problema de España es que hay una conspiración de la galaxia política, mediática y judicial de la derecha y de la ultraderecha para echarle del Gobierno a base de bulos, infamias, insidias y mentiras.

El presidente del Gobierno es un maestro en el arte de colocarte en sus marcos mentales. En campaña se habla de lo que él diga. Y lo que él dice es que hay que centrar el debate en aquello que moviliza más al electorado de izquierdas, tanto al que sigue perplejo por los continuos cambios de opinión de su líder como al que le defiende con la pasión de un fan de Taylor Swift.

Nada de separatismos, amnistías, bildus o gobiernos secuestrados por sus nuevos aliados. Aquí hemos venido a hablar de la máquina del fango que ha descubierto el presidente. Y al que no le guste, que se cambie de país.

Y así, el secretario general de los socialistas lo deja todo a un lado para centrarse en la idea motriz de que vivimos inmersos en una batalla entre el bien y el mal, una batalla en la que él lidera a los buenos y en la que quienes critican su forma de hacer política, sean quienes sean, pasan a ser fachas que deben pasar al guardarropa de la historia.

Pedro Sánchez hace de sus contradicciones una baza ganadora. Lo mismo te dice que hay que levantar un muro que divida a los españoles que te denuncia la polarización que divide a los españoles. Lo mismo te denuncia que es víctima de los bulos a la vez que airea bulos de los contrarios. Y lo mismo te afirma que jamás habrá amnistía para Puigdemont y luego pacta la amnistía para Puigdemont a cambio de siete votos.

Y sí, la estrategia le funciona. Cada vez menos, pero lo suficiente como para mantenerlo en la Moncloa, que es lo que importa.

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