Así ha evolucionado el voto de los catalanes desde las primeras elecciones

Cataluña es una de las comunidades 'históricas' con fecha electoral propia y este 12 de mayo afronta sus decimocuartas elecciones al Parlamento regional desde el inicio de la Transición democrática. Los precedentes electorales han sido cambiantes y ciertamente convulsos en la autonomía, que lleva detrás seis adelantos electorales -el último de ellos de este año-, numerosas coaliciones políticas presentadas, el procès independentista, el referéndum ilegal de autodeterminación de 2017, la aplicación del artículo 155 y, ahora, la ya avanzada tramitación de la ley de amnistía y el regreso de Carles Puigdemont como candidato para retomar la presidencia que dejó hace siete años.

Un denominador común se mantiene en casi todo el histórico democrático en Cataluña: el incuestionable respaldo al soberanismo catalán, que ha ostentado el bastón de mando del Govern en 11 de las 13 legislaturas que preceden -precisamente ahora gobierna el líder de ERC, Pere Aragonès-. Para los próximos comicios, todos los barómetros pronostican la victoria del PSC de Salvador Illa sobre ERC y Junts, que se pelean la segunda posición... aunque la presencia del independentismo en el futuro Ejecutivo está casi asegurada. ¿Cómo ha llegado el electorado catalán a esta dinámica de voto? ¿Cuál ha sido su evolución?

1980-2003: la 'era Pujol'

Las primeras elecciones catalanas tras la dictadura franquista se celebraron en 1980, un año después de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Restablecida la Generalitat, que había sido disuelta por el régimen de Francisco Franco en 1939, los comicios auparon a Jordi Pujol, candidato por Convergència i Unió (CiU), una federación de dos partidos nacionalistas de derechas.

Las urnas dieron al partido de Pujol 43 de los 135 diputados, lo que supuso un éxito pese a no alcanzar la mayoría absoluta de 68 escaños. Le seguían los socialistas del PSC (33), los comunistas del PSUC (23), los centristas de UCD (18), los independentistas republicanos de izquierda de ERC (14) y los andalucistas de PDA (2). En aquella primera investidura desde la instauración de la democracia, el apoyo de UCD -el partido del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez- y de ERC de Heribert Barrera permitió al nacionalista convertirse en el primer presidente de la región.

La división del voto de 1980 no volvió a verse hasta dos décadas después, pues el apoyo mayoritario a Jordi Pujol se afianzó hasta llevar al expresidente a encadenar seis legislaturas consecutivas al frente del Govern. En las elecciones de 1984, 1988 y 1992 el nacionalista logró tres mayorías absolutas que le permitieron gobernar en solitario con 72, 69 y 70 escaños respectivamente.

En todos aquellos gobiernos, el PSC de Raimon Obiols se mantuvo como principal partido de la oposición al establecerse como segunda fuerza política con un apoyo similar en las tres elecciones, que le dieron cerca de 40 diputados. Además, tras aquellos episodios electorales se afianzaba la entrada en el Parlament de los predecesores del Partido Popular y de la formación progresista ecológica Iniciativa per Catalunya Verds, decisiva en posteriores gobiernos; mientras que comunistas y centristas iban saliendo del hemiciclo hasta quedarse sin representación.

Las mayorías simples de Convergència

Sin haber terminado la cuarta legislatura, Jordi Pujol decidió anticipar elecciones autonómicas para noviembre de 1995 ante un previsible adelanto de las generales en 1996 causada por el bloqueo a los Presupuestos Generales del expresidente socialista Felipe González en el Congreso por parte de la mayoría de diputados -los 17 de CiU entre ellos-, en un contexto de búsqueda de la recuperación económica. Según informaban entonces, a Pujol no le convenía que las elecciones a las Cortes se celebrasen antes de los comicios catalanes -a los socialistas tampoco- por temor a la influencia que tendría en Cataluña un ascenso del PP en Madrid.

Estos comicios catalanes de 1995 castigaron al PSC, que perdió seis escaños, aunque fueron la alta participación y el ascenso del PP de Alejo Vidal-Quadras -que alcanzaba por primera vez los 17 parlamentarios- los principales condicionantes que impidieron a CiU conservar su mayoría absoluta, al perder diez escaños. A pesar del susto, no hubo vuelco: Pujol mantuvo 60 diputados, la victoria electoral y la regiduría de la región, después de recibir la luz verde del Parlament para gobernar cuatro años más gracias a las abstenciones de socialistas, 'populares' y republicanos.

Para 1999 Pujol encaraba su última y más amarga victoria electoral, al ver reducida su presencia en la Cámara hasta los 56 escaños, seguido muy de cerca por los socialistas de Pasqual Maragall, que subían hasta los 52 escaños. El PP obtuvo 12 escaños, los mismos que ERC, que se completaban con los tres de Iniciativa Per Catalunya Verds. El apoyo a Pujol se iba escapando en las urnas, pero la suma exacta de los 68 electos nacionalistas y 'populares' permitieron a Pujol reeditar su Ejecutivo, acuerdo mediante.

2003-2010: gobierno tripartito y un polémico Estatut

Después de 23 años al frente del Ejecutivo regional, Jordi Pujol salió de la Generalitat. Las elecciones autonómicas de noviembre de 2003 volvieron a arrojar una victoria desinflada de Convèrgencia i Unió (46 escaños) y auparon al PP (15 escaños), aunque esta vez la suma no fue suficiente para repetir la fórmula del 99. En contrapeso, los 42 electos del PSC, los 23 de ERC y los 9 de ICV-EUiA (Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa), acordaron conformar un Gobierno de coalición, conocido como el tripartito catalán, y le arrebataron el bastón de mando a Pujol firmando el llamado Pacto del Tinell. Sin embargo, la lucha por la reforma del Estatut catalá desembocaría en un segundo adelanto electoral.

Pasquall Maragall, del PSC; Josep Lluís Carod-Rovira, de Esquerra; y Joan Saura, de la coalición ICV-EUiA; negociaron durante la legislatura una reforma del Estatut de 1979, la norma principal que rige el funcionamiento de la región. Tras meses de debates parlamentarios, el hemiciclo catalán aprobó el proyecto con los 120 votos a favor de CiU, PSC, ERC e ICV-EUiA y los 15 'noes' del PP.

Antes de convocar el referéndum de la reforma estatutaria, el texto se llevó a las Cortes Generales, donde se eliminaron determinados artículos, por ejemplo, la limitación del uso de "nación" para referirse a Cataluña o su reconocimiento de circunscripción independiente en las elecciones al Parlamento Europeo. Estas modificaciones no sentaron bien en la Ejecutiva ERC, que pidió a los catalanes que votasen 'no' en el referéndum, lo que conllevó que consellers republicanos fueran expulsados del Govern.

Este evento es importante, ya que provocó que el president Maragall tuviese que adelantar elecciones tras la ruptura del tripartito y que, por tanto, los catalanes votaran dos veces en 2006: en junio, para el referéndum que dio el 'sí' a la reforma del Estatut con un 73.9% de apoyo; y en noviembre en unas nuevas elecciones autonómicas. Estos últimos comicios dieron un resultado casi idéntico al de 2003 pese a la fractura del Ejecutivo, por lo que intentaron dejar las rencillas atrás renovando el Gobierno tripartito del PSC, ERC e ICV-EUiA, esta vez con el socialista José Montilla al frente. Convergència, nuevamente ganadora de las elecciones, se quedó sentada en la oposición. Esta cita electoral dio entrada a tres diputados de Ciutadans de Catalunya (germen de Ciudadanos), una plataforma cívica liberal contraria al soberanismo.

2010-2015: Mas y la lucha por el voto independentista

La llegada del 2010 supuso el fin del conflicto del Estatut después de que el Tribunal Constitucional avalase la mayor parte de la reforma en respuesta a un recurso de inconstitucionalidad del PP. También se puso punto final a la etapa del Tinell, ya que los catalanes dispararon su apoyo a Convergència i Unió en las elecciones de ese año, con Artur Mas a la cabeza, hasta los 62 escaños. Mas se convirtió en president de la Generalitat gracias a la abstención de los 28 socialistas electos, ERC sufrió un batacazo, pasando de los 21 a los 10 escaños, y Ciudadanos se mantuvo en los tres diputados.

Con la presidencia de Mas, Cataluña abría paso a un periodo político orientado a la lucha por la autodeterminación. Solo dos años después de tomar el cargo, el president decidió adelantar las elecciones de 2014 a 2012 con el fin de "trasladar a las urnas la voz de la calle", en vista de la histórica manifestación de la Diada de ese año, a la que asistieron un millón y medio de personas, según la Guardia Urbana. "Ha llegado la hora de ejercer el derecho a la autodeterminación", dijo el mandatario tras anunciar el adelanto electoral. También influyó en el anticipo la negativa de Mariano Rajoy de aceptar el pacto fiscal sugerido por Mas.

Las elecciones de 2012 dieron un resultado histórico. Por primera vez, los partidos independentistas Convergència y ERC se convertían en las dos fuerzas políticas con mayor representación, con 50 y 22 escaños respectivamente, si bien la formación del president perdió 12 diputados en esos dos años. El recuento registró además el ascenso de Ciudadanos de tres a nueve escaños, la entrada de la formación independentista Candidatura de Unidad Popular (CUP) con tres parlamentarios y el desplome del PSC hasta los 20 escaños, casi empatado con los 19 del PPC. Los 12 asientos restantes fueron para ICV-EUiA.

Fijada su prioridad en la lucha por la autodeterminación, Artur Mas y el republicano Oriol Junqueras dejaron sus diferencias sociológicas de lado y acordaron conservar el Ejecutivo en solitario de CiU con estabilidad parlamentaria garantizada por ERC y bajo la promesa de celebrar un referéndum soberanista en el año 2014. En noviembre de este año, los gobernantes catalanes convocaron un proceso participativo en la región sobre la independencia de Cataluña, al que llamaron 9N. La consulta se celebró con el rechazo del Congreso y la suspensión del TC, lo que más tarde se saldaría con la condena del Tribunal Supremo a sus responsables por desobediencia.

2015: un "plebiscito" sobre la independencia

Artur Mas volvió a utilizar la herramienta del adelanto electoral y citó a los catalanes de nuevo con las urnas para noviembre de 2015 tras alcanzar un acuerdo con Junqueras para una candidatura única a la que llamarían Junts Pel Sí. Como el 9N quedó sin efecto, el president anunció que el resultado de los comicios sería entendido como un "plebiscito" sobre la independencia de Cataluña.

La coalición independentista sumó 62 escaños, Ciudadanos subía a segunda fuerza con 25, el PSC conservaba 16, los morados de CSQP se estrenaban con 11, el PPC bajaba a los 11 y la CUP se elevaba hasta los 10. Con esta nueva distribución de diputados, el partido soberanista minoritario CUP tenía la llave de la reelección de Mas, pero decidió no apoyarla tras así decidirlo en un Consejo Político de la formación, lo que llevó al president en funciones a perder la votación de investidura. Sin embargo, tras un acuerdo 'in extremis' entre ambos partidos independentistas, la CUP aceptó investir al alcalde de Girona, Carles Puigdemont (CiU), mientras Mas daba "un paso a un lado".

2017: referéndum ilegal, 155 y nuevas elecciones

Los objetivos de Puigdemont al frente de la Generalitat también se orientaron a la independencia. Así, el 1 de octubre de 2017 convocó un referéndum ilegal de autodeterminación en la región (1-O), que respaldó el 'sí' a la independencia, aunque con una baja participación. Como resultado, el Gobierno de Rajoy activó el artículo 155 de la Constitución con el apoyo del PSOE, que, en resumen, implicó la destitución de Puigdemont, la disolución de las Cortes catalanas, la convocatoria de nuevas elecciones para diciembre de ese mismo año y la delegación temporal de la presidencia autonómica en funciones en la vicepresidenta del Ejecutivo central, Soraya Sáenz de Santamaría.

Se puede entender esta convocatoria como el quinto adelanto electoral en Cataluña, el tercero consecutivo en solo una década. Aquí las fuerzas independentistas de Junts Pel Sí no confluyeron juntas en las urnas. Por primera vez en la historia reciente, un partido no independentista ganaba las elecciones en Cataluña, aunque ello no evitó que volviesen a gobernar las formaciones soberanistas. Ciudadanos alcanzaba los 36 escaños, JuntsxCat (definitivo heredero de Convergència Catalana) sumaba 34, ERC-CSÍ se quedaba con 32, PSC llegaba a los 17, En Comú Podem entraba con 8 y la CUP y el PP se desplomaban hasta los 4.

Sn embargo, las fuerzas soberanistas resistían en la Generalitat, después de aprobarse la investidura de Quim Torra (Junts) durante la fuga a Bélgica de Puigdemont gracias al 'sí' de ERC y a la abstención de la CUP. Durante el mandato, tuvo lugar el proceso judicial que en 2019 condenaría a prisión a Puigdemont, Junqueras y otros líderes por sedición y malversación en el contexto del 1-O. En 2020, Torra fue condenado por el Tribunal Supremo a la inhabilitación por un delito de desobediencia, lo que obligó a Pere Aragonès (ERC) a asumir la función de sustituto.

2021-2024: unión, ruptura y nuevo adelanto electoral

Tras las elecciones de 2021, el Gobierno de ERC y Junts volvió a esquivar a la primera fuerza política para propiciar la reedición de un Ejecutivo independentista. En este caso fue Salvador Illa (PSC) quien triunfó en la noche electoral, que casi duplicó sus escaños hasta los 33. Con el mismo número de diputados le seguía el president Aragonès (ERC) y, con solo uno menos, Laura Borras (Junts), que sumaba 32. Vox entraba en el Parlament con 11 parlamentarios, seguido de la CUP (9), En Comú Podem (8), Ciudadanos (6) y PPC (3).

Pere Aragonès retomaba así la presidencia al ser investido por los 74 diputados independentistas, tras un acuerdo de coalición con Junts... que duró poco tiempo. Solo un año después del inicio de la legislatura, Junts decidió romper lazos con los republicanos y abandonar el Ejecutivo en 2022. Como resultado, Cataluña tiene ahora un Gobierno en solitario de ERC, aunque menor estabilidad parlamentaria.

Precisamente esa inestabilidad ha llevado a los catalanes a ser llamados a las urnas para este 12 de mayo, después de que Pere Aragonès no lograse aprobar los presupuestos autonómicos al contar únicamente con el apoyo de los socialistas. Estas nuevas elecciones están marcadas por la ley de amnistía, que podría permitir el regreso de Puigdemont, candidato de Junts; y por el rol que ambos partidos soberanistas ejercen en la legislatura de Pedro Sánchez como socios parlamentarios, una realidad que obligará a Salvador Illa a equilibrar sus fuerzas para no comprometer la estabilidad legislativa en el Congreso.

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.