Toteking, el faro del rap español, se despide de la música por todo lo alto

Hay leyendas con una base real, como los cuentos que nos contaban de niños, y otras completamente reales, como ToteKing.

El artista sevillano, llamado Manuel González aunque conocido por todos como el Tote, ha decidido despedirse de los escenarios y la música como solo él lo sabe hacer: rapeando de forma brillante.

Tote, de 45 años de edad y con más de veinte de carrera profesional a sus espaldas, ha decidido publicar Luces Fuera, un álbum largo, de unos 57 minutos, en el que se despide de esto del rapeo demostrando que sigue tan fresco como el primer día; demostrando que si se va – o decide pasar a un segundo plano – lo hace por motivos estrictamente personales, no porque no esté en la onda.

El sevillano, oriundo del conocido barrio de la Macarena, lleva en la música desde mucho antes de nacer gran parte de sus seguidores, cuando el hip-hop se rapeaba en frío, sobre un bajo oscuro, y las marcas caras no habían sustituido aún a las camisetas anchas y los pantalones tres tallas más grandes.

Tras una breve etapa a finales del milenio pasado como corista de los SFDK, los otros grandes del rap de Sevilla junto, Tote empezaría su carrera en La Alta Escuela, un grupo de raperos que no duraría mucho.

Tras una maqueta y un disco junto a Shotta, su hermano, sacaría en 2004 su primer álbum en solitario, Música para enfermos, el cual iniciaría su época más conocida como rapero.

Aquella época fue la primera era dorada del hip-hop en España, cuando la cultura, que había permeado a finales de los noventa, empezaba a arraigarse no solo entre los fans, sino también a nivel discográfico; fue en aquellos años cuando empezaron a crecer todavía más los Violadores del Verso, quienes ya llevaban unos años en la escena, y empezaban a surgir otros raperos como Elio Toffana.

Rápidamente, Tote empezó a consolidarse por su estilo macarra, a caballo entre la denuncia social y el puro juerguismo, no tardando demasiado en aparecer su segundo trabajo largo en 2006, Un tipo cualquiera. Este álbum recogería algunos temas míticos de su discografía, como la clásica Ni de ellos ni de ellas.

Tote siguió con su carrera, reventando conciertos e incluso protagonizando documentales underground, hasta la publicación en 2008 de T.O.T.E., quizá el álbum más decisivo e importante de su carrera.

Este disco, que muestra a un rapero afinado y en plena forma, vino con un aura de polémica a su alrededor. Primero, por el cambio de estilo, que algunos puristas de la escena consideraron comercial; segundo, por el egotrip que desprendía, pues Tote abrazaba en este álbum la reivindicación de su figura como rapero (aunque en él también seguía contando historias sobre su Macarena natal).

De hecho, sobre este último tema hubo una gran polémica alrededor de una de las canciones, Ahora vivo de esto, donde el sevillano reivindicaba su trabajo como músico y rapero, y presumía de su nueva vida como artista. En este sentido, Tote fue también innovador, pues aunque ahora es muy habitual en artistas del género urbano reivindicar la posición conseguida en la industria, la escena purista de aquellos años aún no veía con buenos ojos fardar de dinero y lo conseguido.

Tote siguió trabajando y sacando nuevos álbumes, como 78 o El tratamiento regio, además de algún EP, hasta que en 2018 publicó Lebron, álbum que no fue muy bien acogido por la crítica y le sumió en una crisis de identidad muy seria.

El sevillano, según se vislumbra en los temas que tratan la situación, se veía perdido, fuera de lugar, y decidió darse un pequeño tiempo. Las polémicas habían sido intensas, la prensa había ido a por él, y valoró muy seriamente dejar la música, al sentir que estaba fuera de lugar.

Esto no pasó, afortunadamente, y en 2021 volvió con The Kingtape, un álbum con colaboraciones espectaculares, muchas de ellas de artistas jóvenes que estaban empezando a brillar – otra muestra más del fino ojo del sevillano –, con el que vino a reivindicar su peso y su poder: uno de los grandes de la industria no puede caer tan fácilmente.

Ahora, Tote ha vuelto con un álbum largo, Luces Fuera, que viene a ser una despedida. Se nota en todo el disco su peso y poder, pues el rapero no hace prisioneros de ningún tipo: hace, canta y dice lo que quiere, sin autocensura ni mostrarse vulnerable, pareciendo el disco más una autoafirmación que una despedida.

Toteking es quizá uno de los artistas de la vieja escuela que más en forma se ha sabido mantener, rapeando con un flow que podría pasar perfectamente por el estilo de un artista que acaba de nacer (esto lo ha logrado gracias a que no se ha mantenido tenso y sospechoso con la llegada de artistas e influencias jóvenes, como han hecho muchos otros raperos de su generación, sino que ha ido trabajando con ellos).

El álbum es una reivindicación constante de él mismo, mezclando la metralleta de barras y referencias de la vieja escuela, muy característica en él, con un estilo melódico y actual a la hora de cantar.

Como el buen contador de historias que es, Tote vuela en el tema El Bolo, haciendo una crónica de cómo es un concierto con su equipo. También hay espacio para el amor y la autoparodia, consiguiendo sacar sensaciones extrañas, a caballo entre la ternura y el cachondeo, con versos como “me elegiste cuando estaba pegado y ahora me eliges cuando estoy decadente”.

Luces Fuera es el brochazo final a la carrera estratosférica del padre y el hijo y el espíritu santo del rap; un cuarentón que está viviendo sus nuevos veinte, como él mismo dice, que ha sabido mantenerse en la primera fila del rap gracias a su amor por la música y, sobre todo, su capacidad a la hora de escuchar a los nuevos talentos que han surgido durante estos últimos años.

Él nunca ha sido celoso ni ha querido despotricar contra los jovencitos, y eso se nota.

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