La España posible de Javier Lambán

Hoy se hablará mucho del País Vasco, y después la atención volverá a Cataluña, a la espera de lo que ocurra en mayo y de sus eventuales consecuencias en la política nacional. Para compensar el hecho de que sea siempre Madrid o Cataluña la línea principal del análisis periodístico, vale la pena centrar la mirada en Aragón y en la figura del socialista Javier Lambán.

Pese a su delicado estado de salud ha tenido la energía de escribir unas memorias muy interesantes, que se leen estupendamente, tituladas Una emoción política, que reflejan un sólido bagaje cultural y un incansable amor por la historia, el cine o la literatura. Y para quien la política es una emoción ligada a la idea de continuidad histórica de un proyecto colectivo, que en su caso es Aragón y España.

Son unas memorias, las de la generación que se formó bajo el tardofranquismo y se activó durante la Transición, en las que da cuenta principalmente de su gestión como concejal y alcalde de Ejea de los Caballeros, como presidente de la Diputación de Zaragoza y, sobre todo, como presidente de Aragón entre 2015 y 2023.

Al hilo de su dilatada experiencia, desarrolla análisis y reflexiones de gran alcance sobre el riesgo de que España, y el modelo de convivencia nacido en 1978, se acabe «jodiendo» de forma irreparable.

Es un libro imprescindible para comprender la España que se siente tratada de forma ‘secundaria’ por el sistema político-mediático nacional, la de comunidades como Aragón, a la que Lambán da voz desde la autoridad de quien ha hecho bien los deberes, de quien conoce y ama la pluralidad española, y tiene claro cuáles son los grandes retos colectivos.

En 2036 conmemoraremos un siglo del inicio de la Guerra Civil y el expresidente de Aragón sueña con que para esa fecha hayamos podido dar la vuelta a la inercia autodestructiva, deconstituyente, en la que estamos inmersos por unas pulsiones nacionalistas insaciables, el dogmatismo de los extremos, la polarización y el frentismo que practican unos y otros.

Lambán señala los problemas y apunta las soluciones. Frente a un deslizamiento confederal del País Vasco, Navarra y Cataluña, con la complicidad de Madrid, propone el federalismo cooperativo, que es el paso lógico que debería dar el modelo autonómico. Y, a su lado, el fortalecimiento del gobierno local, del municipio como garante de la prestación de servicios y la calidad de vida en todas partes.

La reforma institucional debería ir de la mano de una memoria histórica compartida, que busque la concordia, no el enfrentamiento y la división. Finalmente, nada será posible si el oficio de la política no recupera su prestigio, con la selección de los mejores frente a la partitocracia y el respeto a la palabra dada a los votantes.

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