Rabal y los provocadores

El pueblo de Alpedrete, en la Comunidad de Madrid, es uno de esos lugares que tienen la desgracia de ser gobernados por lo que podríamos llamar un matrimonio de conveniencia y mal avenido: el PP y la extrema derecha. Estos últimos constituyen un partido mucho más televisivo o tuitero que político; funcionan mediante estrategias puramente publicitarias y su único objetivo son ellos mismos: su propio crecimiento, su progreso, el aumento de su poder.

Este tipo de formaciones (las hay en la izquierda y en la derecha) no buscan el voto del centro político sino de los extremos, en los que atizan invariablemente la polarización y la crispación de los ciudadanos. Para eso son utilísimas las provocaciones, sobre todo si son innecesarias, y la creación de problemas que no existían.

Un ejemplo es la eliminación de los nombres del matrimonio de actores Paco Rabal y Asunción Balaguer (vecinos de Alpedrete) de una plaza que tenían allí dedicada y de un centro cultural. Para los ultras, que tienen una visión simplista y binaria de la vida, en blanco y negro, Rabal y Balaguer no son dos grandísimos actores y gloria de la cultura española, sino un par de rojos. Montar un 'pollo' con ellos, por más artificial y despelurciado que fuese el pobre pollo, haría ruido. Que es de lo que se trata. De eso y de nada más.

Obligaron al PP y al alcalde, Juan Rodríguez Fernández-Alfaro, a eliminar los nombres de Rabal y Balaguer del callejero. O eso, o retirada del apoyo municipal. Se montó un escándalo mayúsculo, como los ultras tenían perfectamente previsto. El pobre alcalde se plantó ante las cámaras y dijo lo único que, en semejante trance, no se debe decir jamás: que era una decisión ya tomada y que sabía muy bien que había gente a la que no le iba a gustar, pero que era cosa hecha. Es decir, esto se hace por mis… narices. Cuando ni siquiera eran las suyas. Él estaba en contra de semejante desatino, como lo estaba todo el pueblo.

Han tenido que intervenir no ya decenas de actores y gentes de la cultura de todo el mundo, sino la presidenta Díaz Ayuso y el portavoz del PP, Borja Sémper, para hacer que el alcalde de Alpedrete reuniese valor suficiente para enfrentarse a los provocadores. Esta vez ha salido bien. A Paco Rabal y a su esposa se les han devuelto ya los sencillos honores que nunca debieron perder. Y Rodríguez sigue siendo alcalde.

Los alpedreteños están contentos. Saben que, dentro de cincuenta años, los nombres de Paco y Asunción seguirán siendo recordados. De los nombres de los provocadores, sin embargo, no se acordará nadie… la semana que viene.

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.